miércoles, 11 de julio de 2012

Jaboneando: Uva por uva

El mes pasado estuvimos llenos de trabajo :o) afortunadamente con pedidos de muchos eventos.
Uno de ellos en particular fue un poco laborioso porque...



La historia es que hace tiempo fui a una expo y vi un molde para jabón / gelatina de diferentes figuras para primera comunión... tenía hostias, palomas, un minicaliz y unas uvas de racimo.
La verdad estaba muy bonito y lo compré, peeero nunca capté que quizá algún día me pedirían una cantidad considerable de alguna de estas figuras...
Efectivamente, llegó una cliente y me pidió 30 recuerdos, o sea, piezas de la única y bendita uva que había en el molde para la Primera Comunión de su hijo.
Y claro, ¿cómo vamos a negarnos? jajajaaaa... :o)



Creo que no hay mayor reto en el mundo para alguien que hace jabón, chocolates o gelatinas, que tener un solo molde de una figura para un pedido grande, pues hay que hacer las piezas de una por una...
¡oh por DIOS!

Pues ahí me tienen, trabajando de uva por uva, una por una... a lo largo de los días...
Como he comentado anteriormente, yo no uso microondas, es una consigna estética y de salud que me rige como microempresaria... (pueden leer un poco más de mis razones en un pasado post del blog si dan click aquí) y a veces, orillada por la desesperación, me dan ganas de recurrir a ella pero nooooo... la salud antes que todo :o)

Así que si a alguien le sirve saber cómo salí adelante de este oscuro caso, pues les platico que lo que hice fue lo siguiente:

1. Pesé en la báscula jabonera los gramos del jabón en forma de uva
2. Coloqué esa cantidad de jabón para fundir en la cazuelita de acero inoxidable que utilizo
3. Abandoné el taller y trabajé en la cocina, y a fuego bajo/medio fundía esa cantidad de base, le añadía a esa cantidad colorante violeta y esencia de uva y lo vertía en el molde (por eso los violetas de las uvas son diferentes... :o(  ¡UPS!)
4. Dejaba secar 15 minutos o ya en momentos desesperados, los metía al refri (tapándolos con plástico)
5. Sacaba el jabón del molde y repetía la operación (¡¡¡!!!). Hacía promedio 6 uvas por día... a ratitos turnándonos con los demás pedidos....
6. Ya que tuve todas las piezas en mi poder, les pinté a todas las uvas las hojas de una sentada.



Aún así, después de tanto trabajo, creo que valió la pena el esfuerzo... :o) me gustaron, se ven lindas, ¿no?
Este trabajo me hizo cultivar la paciencia... una virtud que merece ser devuelta a esta vida loca y maratónica que vivimos en las ciudades donde todo apremia.

Esa es la historia de hoy... seguimos pronto con más cosillas. ;o)


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